Soberano del ejército campechano quiero retroceder torpe a esta migración que tardó nadie pinta. Quiero encontrar las huellas de tu nombre y saber de tanta huída hacia atrás, el revés de brumas. Quiero desandar tus piernas y me cuesta. Sordedad de mi yo que no cesa ni termina de apartarnos. Tu búsqueda jóven de salidas francas al gran atascadero global de tus cercanías ¿o de tus adentros? Inventor solitario inquisidor, oriundo, hablo de tí y de tí me muestro, nos persiguen rebeldías iguales a sí mismo, emotividades, pulsiones, nuestro origen céltico bravío rastreador del ante. Congénere de mis ansias sigo tu cripta del desgano lejos de tus montañas de cabras, manzanilla y sueños. Fronda dorada se trata que seas lo mismo que mis nostalgias para que escapemos de la artrosis de este mundo agrietado y en tropel. Peleamos embrollados acariciando, confundiendo, copulando, soñando volver siempre al origen. Mirando allá quiero ir a tu encuentro, no sé si podré sin tu fe...